lunes, 23 de septiembre de 2013
jueves, 19 de septiembre de 2013
otros seres sexuados en la casa para ampliar el ejercicio o reducirlo y disputarlo
(tanto diseñadorx gráficx dando vueltas y yo sin nadie que me haga un lindo voltante. y tan perezoso)
Ante la inminencia de los cambios que harán del mundo un sitio radical y definitivamente distinto del que conocemos, el día de la primavera voy a celebrar en mi casa (Paraguay 609 5to pito) que ya hace tiempo superé -holgadamente- los 40 años sobre la tierra -las mínimas interrupciones no modifican la contundencia de la cifra- en esta encarnación, circunstancia en que me dará mucho gusto verlos.
Quienes alguna vez me visitaron saben lo tortuosa q es la entrada, por lo que siguiendo el consejo de un querido amigo la puerta de calle se abrirá a las horas en punto empezando por las 22:00 (horario recomendado para quien aspire a encontrar algo de comer). Inútil llegar más allá de las HORAS:05, el timbre estará desconectado y todo intento de entrar fracasará -hasta la ronda siguiente-. Serán bienvenidas también las bebidas -no sólo alcohólicas-. Preguntas y reqerimientos por este medio... viernes, 9 de agosto de 2013
: porque así soy feliz
“Es posible que para
esta forma de desear haya condicionamientos genéticos […] Pero no
sólo soy homosexual porque la naturaleza lo haya determinado y no
pueda ser de otra manera: también soy homosexual porque serlo me hace feliz".1
Es la extrema manifestación de libertad que se lee en el manifiesto Wie Wir Begehren, de Carolin Emcke (Fischer, Alemania, 2012).
ya de chiquitxs felices |
Presentada como un juego lógico y
lingüístico, la idea (a la que tal vez le sobren el “sólo" y el "también”) significa una reorientación epistémica mortal en
términos de representación y causalidad. Mortal para la
justificación (que es decir para la tolerancia) de la vida
queer, que lejos de circunscribirse a las relaciones igualitarias
entre dos personas, explota en incontables variantes desde ese magma
cuyas bocas de alumbramiento -de expendio- están en internet.
1.
Gewiss, es mag für dieses Begehren genetische Konditionierungen
geben [...] Aber: Ich bin nicht nur homosexuell, weil die Natur das
so bestimmt hat, weil ich nicht anders sein kann. Ich bin auch
homosexuell, weil es mich glücklich macht.
viernes, 19 de julio de 2013
ellos creen que te psicologean
César González: "Cuando estás preso o vivís en una villa, cuando contás tu vida la gente
de afuera te dice que no te victimices, que todos tienen problemas. Con
ese discurso se trata y maltrata al delincuente que entra
bajo el verdugueo atroz del aparato
judicial. La psicología y el trabajo social, cuando estás preso, quieren
anular el lugar donde naciste y creciste. Te quieren convencer de que
“vos robaste porque quisiste”, se alimentan de teorías que sólo difunden
una falsa igualdad y en los hechos obligan al pibe a que se convenza de
que uno es igual. El que se come el garrón es uno, que está preso. Los
psicólogos ponen en una hoja que no estás apto para la sociedad y listo,
seguís adentro. Entonces, ellos creen que te psicologean y los terminás
psicologeando vos, porque el preso va a querer su libertad y siempre le
endulza la oreja al psicólogo, para rescatar los informes de conducta
necesario para tomarte el palo a la calle. Un lugar donde esos
psicólogos jamás te van a tirar una soga, ya que afuera si te ven no te
conocen, no sos Fulano de tal, para ellos tan sólo fuiste un número de
legajo del penal tanto."
domingo, 26 de mayo de 2013
"relaciones solo tangenciales"
de Horacio Verbitsky, en página12
Por último, una pregunta sin respuesta: la catarata de alegres infamias que se derrama desde las pantallas de la televisión y el dial de la radio hasta los foros de lectores de los diarios, ¿es desestabilizadora y tiene alguna posibilidad de éxito? Mi opinión es que constituye una inofensiva válvula de escape, el venteo que desahoga la inquina de quienes no toleran la ampliación de derechos de todo tipo porque sienten que compromete su propio estatus. Además forma parte del showbiz y como tal mantiene relaciones sólo tangenciales con la realidad. A la inversa, en 1955, con toda la prensa bajo control oficial (forzado, como La Prensa, o voluntario, como Clarín, que hizo grandes negocios con el gurú de la comunicación peronista, Raúl Apold) ese rol fue cumplido por la red de publicaciones clandestinas y panfletos que organizó la Iglesia Católica. Con medios precarios y ante una rígida censura que daba verosimilitud a cualquier rumor tuvo el éxito que no me parece posible hoy, aunque el odio y la difamación sean iguales.
Por último, una pregunta sin respuesta: la catarata de alegres infamias que se derrama desde las pantallas de la televisión y el dial de la radio hasta los foros de lectores de los diarios, ¿es desestabilizadora y tiene alguna posibilidad de éxito? Mi opinión es que constituye una inofensiva válvula de escape, el venteo que desahoga la inquina de quienes no toleran la ampliación de derechos de todo tipo porque sienten que compromete su propio estatus. Además forma parte del showbiz y como tal mantiene relaciones sólo tangenciales con la realidad. A la inversa, en 1955, con toda la prensa bajo control oficial (forzado, como La Prensa, o voluntario, como Clarín, que hizo grandes negocios con el gurú de la comunicación peronista, Raúl Apold) ese rol fue cumplido por la red de publicaciones clandestinas y panfletos que organizó la Iglesia Católica. Con medios precarios y ante una rígida censura que daba verosimilitud a cualquier rumor tuvo el éxito que no me parece posible hoy, aunque el odio y la difamación sean iguales.
viernes, 17 de mayo de 2013
lo imborrable
Ya
se dicho que Alemania en las primeras décadas del siglo 20, como
nación que despertaba a su historia unificada, habitaba la
posibilidad, pero que después de la Segunda Guerra Mundial no tiene
otro remedio que ser el país que eligió el exterminio de parte de
su población y la guerra total como modo del Estado. Eso es lo
imborrable en Alemania (nicht wegzudenken), como en Argentina, si
bien de modo menos totalizador, son imborrables los desaparecidos,
que desde su producción torturada en los ‘70 recorren en forma de
fantasmas (de siluetazo) las ciudades. “Eso habla bien de la
sociedad argentina”, me dijo un amigo el sábado a la noche y no
pude sino acordar. Pero es imborrable no gracias a nosotros (que
somos también la sociedad), que a lo sumo fuimos a alguna marchita o
sostuvimos una posición política, sino al hato de militantes
(madres, abuelas, hijos) que desde entonces semana tras semana
salieron a las calles a exigir la verdad, aun en la época de mayor
desmoralización de los últimos 40 años, cuando todo parecía
acabado para siempre -los noventa-. La imborrabilidad es así el
regreso y la victoria de los muertos.
Se
han borrado hasta la inexistencia, sin embargo, otros cadáveres no
menos fundamentales: los indios y los negros que se tragó la guerra
del Paraguay son un caso, tal vez no el más desafortunado de todos
modos, porque como zombis que responden al llamado de cerebros
frescos donde hincar el diente, puede que estén volviendo. ¡ojalá!
lunes, 29 de abril de 2013
viejas podridas - completamente sin pijas
Los
herederos de una anciana que deja una fortuna considerable se reúnen a resolver quién llevará las cuentas hasta que termine el juicio de
sucesión (y por esos azares de la vida estoy también ahí). Son
tres hijas de la occisa, que además de ser imbéciles de alma
ignoran lo que es trabajar y que una vez despojadas por el tiempo de
sus estereotipados encantos fueron abandonadas también por sus
maridos, y dos de los nietos (mujer y varón; su padre, hermano oveja
negra de las susodichas, uno de los desaparecidos de la dictadura).
Una de las mujeres, chirrante y cirujeada, llena de
pintura, se postula como tesorera, dado que “tengo mucho tiempo
libre y siempre fui buena para las cuentas”.
pero después se fueron juntas a la marcha |
-Me
opongo -la interrumpe bruscamente otra, que no le va a la zaga en
desagrado.
-Por
qué -pregunta la interesada, llevándose la mano a los collares que
le doblegan el cuello-.
-No.
No lo voy a decir.
-Pero
por qué…
-No lo
voy a decir.
-Ay,
pero por qué… si no lo decís no podés oponerte…
-Pero
no lo voy a decir.
-Pero
por favor… entonces es como nada…
-No lo
voy a decir… no lo voy a decir…
-Pero
Pupée… -interviene otra cuyo apodo (: Nenuca) no tiene pelotudez
que envidiarle al de la nombrada–.
-Bueno,
lo voy a decir: vos hace tres años te cogiste a Esteban Dupuy Cané
en Punta del Este.
La
interpelada se toma un par de segundos para responder.
-¿Y?
-dice al fin con una sonrisa que le baila en los ojos.
-Que
antes me lo había cogido yo…
-¡Jah!
-estalla la wannabe tesorera- Si no me puedo coger a nadie que vos te
hayas cogido en Punta del Este me quedo completamente sin pijas.
Siguió
un pequeño escándalo de voces confusas donde sólo callaban,
azorados, los hijos del militante asesinado. Al final Pupée salió
humillada, y la usurpadora de pijas, tesorera.
miércoles, 17 de abril de 2013
un set
Qué
bien se expresa tu hijo -le dice un empresario a una amiga o ex amiga
setentista, apenas semanas antes de morir a manos de sus propios
hijos, que ponen así con un acto de insuperable expresionismo fin a una existencia hecha de excesos (“para
mí dos por lo menos”).
-Jah,
contesta ella, no es que se exprese bien, sino que tiene un set.
Un set
de fraseos ¡ni siquiera discursos! armados sobre los temas de
conversación comunes (trabajo, parientes, situación política
nacional o internacional, últimos estrenos de cine, etc),
construidos con la suficiente calidad como para sonar convincentes,
elegantes y precisos. Un set que repite con variantes según quien lo
escuche gracias al cual se mueve como un pez en el agua en las
situaciones sociales, cosa en la que consiste su vida.
No
otra cosa es el arte. Bah en realidad sí, pero es como si no lo
fuera. Transita todo el tiempo situaciones sociales donde tiene que
poner a prueba esas habilidades.
lunes, 15 de abril de 2013
sueños
Estoy en un
estacionamiento que es un páramo pedregoso, soy más viejo y apenas
más gordo que cuando estoy despierto. Llevo un
sombrero chato, como una gorra, la cintura más ancha que los
hombros, un traje gris sin brillo. Ante mí hay un montoncito de
basura negra, de la que entresalen puntas de pinzas, tornillos y
llaves francesas. Salió de mi boca, y ahora lo maniobro y lo acomodo
con un fierro largo y enroscado, de obra, como si estuviera caliente
y no quisiera acercarme. Estoy ahí en el viento agotador, de pie en una
elevación como de subida a un garage, y con el fierrito manejo ese
montón, que salió de mí (lo vomité). El montón es de una
densidad superlativa, casi una agujero negro, con partes viscosas.
Podría dibujar toda la escena.
jueves, 28 de marzo de 2013
misión Imposible: montar -y sostener- una ficción
no es lo que parece |
En la
película Chase a Crooked Shadow (michael Anderson, 1958), Anne
Baxter (quien en 1950 había sido la contraparte de Bette Davis en la
célebre All about Eve) encarna a una heredera multimillonaria
llena de secretos. En realidad todos los personajes los tienen y nada
es lo que parece, porque cada uno interpreta a conciencia y fríamente
su papel y monta su escena, sólo que el espectador (en parte por
algunas innecesarias líneas de diálogo puestas para engañarlo, tal
como ocurría en la a pesar de eso excelente Nueve Reinas) no lo sabe. Anne Baxter, como
en All about Eve, actúa así de una mujer que actúa
(finge), e intenta a toda costa mantener su ficción. En la película
estadounidense lo consigue, en la inglesa, fracasa.
Una
serie primero y después una película hicieron eje estructural
-cuando no argumental- de esta tradición (que se encuentra entre
otros muchísimos sitios en Hamlet, McBeth y en -casi- todo el resto
de la obra de Shakespeare, en episodios del Quijote y en el cuento
“La muerte y la brújula”): Misión Imposible. En la cuarta
entrega de esa saga cinematográfica que sobrevive a su mayor defecto
(el actor a cargo del protagónico, que ayer estuvo rompiendo las pelotas por acá) hay una secuencia brillante: en
el edificio más alto del mundo, en Dubai, debe llevarse a cabo una
transacción entre una mala y un malo. El equipo de misión imposible
les hace creer a ambos que la reunión tiene lugar mediante la suplantación en pisos distintos de las respectivas contrapartes, y haciendo subir y
bajar los bienes de intercambio. La secuencia está presentada
mediante un montaje paralelo (también porque entre los miembros del
equipo hay comunicación permanente) y evita el recurso fácil de la
suplantación de identidad mediante máscaras, así como la
orquestada puesta en escena evita en principio la violencia (hasta
que la desata un imponderable), lo que la integra al verdadero linaje
de Misión. “Ambos creerán que tuvo lugar una reunión que nunca
ocurrió”, explica un personaje.
Lo
bueno de estas orquestaciones (es la palabra), que serán mejores
cuanto menos tecnología y más ingenio usen, cuanto más sencillas y
menos violentas, es que integran como actores a aquellos a quienes se
engaña, para lo cual deben montarse sobre sus creencias y
convicciones. Esa mecánica es el principal motivos por el que
siempre seré fan de Misión Imposible. Otro es la espectacularidad
de la acción y las locaciones, que también me hace amar aún hoy a
007.
lunes, 25 de marzo de 2013
una vida
una vida al pedo |
Gracias
a un amigo querido leo Almirante Cero,
historia de la última dictadura militar argentina (76-83)
centrada en el entonces almirante massera, cuyo nom de guerre -su
“apodo nocturno”- sirve de título al libro. Cuatro días me tomaron sus
casi 500 páginas, no sé si porque es una lectura apasionante o
porque me encontró en el momento indicado (en cama con una gripe de
una semana, demoledora). Una de sus tesis es que a pesar de lo que los
genocidas repiten desde el primer juicio a las juntas (“ganamos la
guerra militar, perdimos la psicológica/política”) la dictadura
triunfó especialmente en el plano político. Lo prueba que la idea
de lucha (que había dado sentido a numerosas existencias en la
década anterior) al finalizar la dictadura se asociaba
indisolublemente a la derrota, y la derrota a su vez a la tortura y a la muerte (prácticas que según el libro no se implementaron, como dicen los
torturadores, para obtener información, sino para establecer un
generalizado estado de terror paralizador), y que donde antes había habido
militantes y combatientes ahora quedaban apenas ciudadanos (o mejor
dicho, votantes: los que en 1975 pretendían cambiar el mundo, en
1984 sólo ambicionaban votar) que en vez de revolución exigían respeto por los “derechos humanos”, sintagma cuya historia y
vicisitudes todavía están por escribirse. En fin, el libro postula
el éxito disciplinario de la dictadura, que nos permitió vivir ya
30 años de democracia (¡se cumplen en 2013!). Otra de sus tesis es
que si hubo condena social y ahora también judicial para los
militares genocidas es porque se quedaron en el poder más tiempo del
indicado, cuando ya habían cumplido la tarea para la que se les
había puesto en el gobierno (“aniquilar la subversión”, según
el famoso decreto que firmó Luder en 1975), y que si se hubieran
retirado en 1980 con una transición democrática tranquila, no
habría habido juicios.
El
texto da sin embargo una curiosa versión del proyecto económico de
la dictadura. Según su autor, Videla eligió a su hace pocos días finado ministro de hacienda porque su aura de miembro
conspicuo de la aristocracia argentina (sea cual fuere el denominador
del curioso oxímoron) lo sedujo y le
aseguraba una relación tranquila con esa clase. Videla -”un
tonto” tanto para massera como para el autor del libro- carecía de
ideas en el plano económico, y el curso neoliberal del
gobierno militar fue, así, resultado de una serie de
casualidades. De este modo el libro pasa así por alto el plan
económico de la dictadura, que, como señaló ya R. Walsh antes que nadie, fue su razón de ser y constituye su explicación (la eliminación
de la subversión, y más específicamente el estado de terror
impuesto por la represión y la tortura, fueron necesarios para poder
imponerlo).
Pero
más allá de los innegables méritos del libro, me intrigó su
autor: quién puede dedicar tanto tiempo y energías a investigar
algo tan feo como massera, apasionándose a tal punto. Así supe que
Claudio Uriarte abandonó el colegio secundario en tercer año y que
en 1974 o por ahí, a los 16, ya trabajaba de corrector en un diario
y era militante de una organización de izquierda combativa (OCPO, de
la que conocí hace años un ex militante en México, Eduardo Molina y Vedia, amigo querido y gran
persona). Durante la dictadura escribía para Convicción,
nombre primero de la revista y después del diario de massera (a
quien vio varias veces en la redacción, origen tal vez de la
fascinación con el marino que refieren muchos de quienes conocieron
a Uriarte); trabajó también varios años en p/12 hasta que
aparentemente lo echaron -”lo echó un policía llamado verbitsky”,
leí en un blog- porque se había convertido en ultraderechista,
admirador de bush entre otras cosas. También leí que consumía
mucho alcohol y murió a los 48 al tropezarse en la escalera interna
de su casa (tendría un dúplex), en un “accidente del que él
mismo se habría reído”. Su decurso ideológico -de militante de
ultraizquierda a ultrarreaccionario- me hizo pensar en que su libro
es una autobiografía, y junto con su temprano deceso abona la
teoría según la cual alguna gente muere cuando ya ha cumplido su
tarea, cuando ha hecho la contribución al mundo que estaba en su
horizonte. Después del libro sobre massera, Uriarte ya no tuvo nada
más que hacer, excepto darse al alcohol, a la música clásica, a
algún que otro exabrupto.
viernes, 15 de marzo de 2013
qué desgracia, che...
no es lo mismo |
jueves, 7 de febrero de 2013
cómo aprendió mi vieja a usar el archivo de últimos números marcados del teléfono
Marqué
el número varias veces. Pero nunca pude hablar porque al terminar de
marcar telecom informaba que el número estaba suspendido.
-marcaste
bien -me preguntó cuando se lo conté.
-sí
claro. Fijáte en el registro de llamadas.
-qué
registro de llamadas.
-el
del teléfono.
-cómo
hago.
-apretás
la tecla de llamar, te aparece en pantalla el último número marcado
y con la tecla del centro bajas a los anteriores. En orden.
Así
fue que aprendió, para controlar. Muchas chances de que no vuelva a
olvidarlo.
martes, 5 de febrero de 2013
viernes, 1 de febrero de 2013
grandes inventos
hoy:
mear sentado
Desde
la adolescencia sueño con un invento salvador, simple y genial, de
esos que hacen a sus dueños multimillonarios de la noche a la
mañana. Al respecto mantengo también desde esa época, con desigual frecuencia, conversaciones con mis amigos nucleares: en la juventud temprana eran
habituales, en la adultez de ahora son rarísimas.
-Invertí
200 pesos en el desarrollo de un invento y fracasé -anunció uno de
ellos ahora en una reunión que se destinó en 80% a evocar
la época del secundario. Después explicó que quiso construir un
sistema para levantar a pedal la tapa del inodoro, para no tener que
agacharse y usar las manos cada vez que tiene que hacer pis (vive en
una casa con tres mujeres y mucama, o sea que es el único que
levanta la tabla y la encuentra invariablemente baja). Tiene cierta
habilidad manual y no le faltan nociones de diseño (es arquitecto).
Había tomado como modelo las tapas de los tachos de basura, “pero
el peso de una tabla de inodoro es otro”, le recordó uno de los
presentes, también arquitecto, para explicar el fracaso.
-Sería
una mugre -critiqué por mi parte la idea, imaginando un mecanismo de
encastres y ejes que fuera por detrás y cerca del piso en el
inodoro, áreas que a nadie le gusta limpiar y son ya de higiene
dudosa y difícil sin necesidad de agregado alguno-, a los tres meses se te
llenó de mugre. Además si un día llegás borracho sacás el pie y
se te cae la tapa en mitad del meo y es un enchastre total.
-Yo
meo sentado -dijo otro de los que estaba ahí, que vive en Barcelona
y no tiene chica por horas-, es el mejor modo de mantener limpio el
baño.
-¿Sos
buena onda y te sentás?
-Obvio, mi amor
|
-Mear
sentado es muy femenino -medio protestó en un murmullo un quinto, que tiene dos hijos
varones y cuyo dilema del momento era cómo haría al día siguiente
para asistir tanto a la cancha a ver un partido de fútbol como a un asado en la quinta de su hermano-.
Fue
entonces que conté mi experiencia en Alemania, donde también
aprendí a mear sentado porque en todos los hogares te lo solicitan,
para contribuir a mantener el baño limpio. Ahora me acostumbré y lo
hago también acá. Salvo en los baños públicos.
-Cuando
meas de pie salpicás alrededor del inodoro y en pocos días el baño
empieza a heder -detallé-. Obvio que sólo te das cuenta si no tenés
a alguien que se encargue de limpiar todos los días por vos.
-Puede
ser -admitió el inversor/inventor-.
-Es
así. Tu invento es un invento machista -señaló el de barcelona-
-Es
un invento machista -repitió él, algo afectado por la mala
recepción que había tenido su idea-.
-En
Alemania mear sentado es una bandera de la izquierda -conté; tal vez
debería haber dicho “del feminismo”, porque iguala a mujeres y
hombres en el uso del inodoro, pero en mi cabeza son lo mismo-.
“Graciosísimo”,
dijo el futbolero en tono irónico
|
Ahora
veo que el invento insospechado y genial es mear sentado: viene a
resolver de manera simple e ingeniosa una situación problemática
(el aseo de las áreas aledañas al inodoro, que en 99,8% de los
casos recae sobre mujeres), y para mayor virtud no es capturable por
el mercado -nadie lo puede vender-.
De
todos modos, para hacerle justicia a mi amigo, su invento (o una
variante accionada por un botón y un mecanismo eléctrico) sería de
gran provecho en los baños de los aviones, que comparten hombres y
mujeres y donde las tablas son un asco a las tres horas de vuelo. Pero para eso ya hay otras soluciones, como la tabla autolimpiadora, todas en el marco del mercado.
martes, 15 de enero de 2013
Pedagogía del oprimido II
El
mismo pibe llega finalmente a mi casa y tras un
largo y variado rato, ya al despedirse, me pregunta si veo a un
psicoanalista.
-No,
nunca me sometería a esa estafa.* ¿Lo necesito?
Asiente
enérgicamente.
-A
ver, ¿por qué? Me interesa más tu diagnóstico que el de cualquier
profesional.
-Porque
sos taan estructurado…
-¡Vos
me decís que soy estructurado! -mi énfasis está un punto por
encima de lo conveniente- ¿Vos, la persona más estructurada de la
tierra, me dice a mí que soy estructurado? No tenés idea. A mí,
justamente, que integro el 0,03 por ciento de las personas más
libres de la tierra -le contesto con esa idea que ya empieza amostrar signos de uso-.
-Bueh,
no nos vamos a poner a competir a ver quién es más libre.
-Clah,
¡no! Pero es asombroso que alguien que es la estructura misma me
eche en cara ser estructurado.
-Mi
paranoia es una cosa distinta -me dice el mismo que se catalogó al
menos dos veces en cinco minutos de “neurótico” sin que nadie se
lo haya preguntado-.
-Sí,
es menos que tu estructura y a la vez es una función de la misma
-así aprendí a hablar por trabajar de periodista-. Y lo mío no es
estructura. Es otra cosa.
-Sí…
-responde entonces, con sorprendente velocidad para admitir la
verdad, porque la ha reconocido de manera quasi-epifánica-. Es
verdad, es otra cosa… ¿qué es?
-Otra
cosa.
-Sí,
pero qué.
-Otra.**
No me corresponde a mí decírtelo. Si me insistís tanto hasta que
te lo diga obviamente te lo voy a decir, aunque no creo que te
importe tanto…
-…
-Además
-engolosinado como estaba, ya nada podía detenerme-, vos decís que soy
estructurado, y sin embargo desde el principio fui yo quien te habló
con la mayor franqueza, la misma con que te hablo ahora. Vos en
cambio nunca abandonaste esa desconfianza irreductible, una
prevención que marcó el tono, el ritmo, el momento desde la primera
palabra que cruzamos.
-El
mundo es una mierda.
-Y
encima eso. Si no te gusta vivir, como andás pregonando, si la vida
es tan desagradable, matáte –el sujeto había destinado 29% del tiempo a llorar lo terrible que es su vida–. ¿O por qué
no te matás? ¿Para no provocarles ese dolor a tus seres queridos?
¿O a vos te gusta vivir así, en la cobardía y el cinismo? Porque
además, si es cierto que sos tan marxista leninista y antiburgués,
como no te cansás de declarar –¡también tres veces en diez
minutos!–, ¡hacé algo! Hacé algo por generar nuevas condiciones
de vida para vos y para otros. Declarar que todo es una basura y no
hacer nada a lo único que conduce es al resentimiento, ¡te pegjudicás vos! -je connais mes classiques-. No es ni siquiera una
fuerza, una energía que te pueda dar fuerza para emprender algo. Es
una cárcel en la que te envenenás… ¡Ah! Y la próxima vez que
vengas, bañáte.
Se
fue y no me dirigió más la palabra. Tal vez lo lamento.
*Es
posible que la palabra no sea más que una metáfora poco diáfana y
como tal no brinde una buena descripción. El problema del psicoanálisis es su miseria
(pauperrimez tanto como vileza) conceptual. Que tiene el efecto de
miserabilizar (ibid.) el mundo, las relaciones personales, sea en el
marco de la parentela, el amor y el sexo, o de cualquier forma de
interacción social. Son los límites que impuso hace ya varias
décadas a su propia imaginación.
**La
verdad pasada por el tamiz de la civilización
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