domingo, 26 de mayo de 2013

"relaciones solo tangenciales"

de Horacio Verbitsky, en página12
   Por último, una pregunta sin respuesta: la catarata de alegres infamias que se derrama desde las pantallas de la televisión y el dial de la radio hasta los foros de lectores de los diarios, ¿es desestabilizadora y tiene alguna posibilidad de éxito? Mi opinión es que constituye una inofensiva válvula de escape, el venteo que desahoga la inquina de quienes no toleran la ampliación de derechos de todo tipo porque sienten que compromete su propio estatus. Además forma parte del showbiz y como tal mantiene relaciones sólo tangenciales con la realidad. A la inversa, en 1955, con toda la prensa bajo control oficial (forzado, como La Prensa, o voluntario, como Clarín, que hizo grandes negocios con el gurú de la comunicación peronista, Raúl Apold) ese rol fue cumplido por la red de publicaciones clandestinas y panfletos que organizó la Iglesia Católica. Con medios precarios y ante una rígida censura que daba verosimilitud a cualquier rumor tuvo el éxito que no me parece posible hoy, aunque el odio y la difamación sean iguales.

viernes, 17 de mayo de 2013

lo imborrable


   Ya se dicho que Alemania en las primeras décadas del siglo 20, como nación que despertaba a su historia unificada, habitaba la posibilidad, pero que después de la Segunda Guerra Mundial no tiene otro remedio que ser el país que eligió el exterminio de parte de su población y la guerra total como modo del Estado. Eso es lo imborrable en Alemania (nicht wegzudenken), como en Argentina, si bien de modo menos totalizador, son imborrables los desaparecidos, que desde su producción torturada en los ‘70 recorren en forma de fantasmas (de siluetazo) las ciudades. “Eso habla bien de la sociedad argentina”, me dijo un amigo el sábado a la noche y no pude sino acordar. Pero es imborrable no gracias a nosotros (que somos también la sociedad), que a lo sumo fuimos a alguna marchita o sostuvimos una posición política, sino al hato de militantes (madres, abuelas, hijos) que desde entonces semana tras semana salieron a las calles a exigir la verdad, aun en la época de mayor desmoralización de los últimos 40 años, cuando todo parecía acabado para siempre -los noventa-. La imborrabilidad es así el regreso y la victoria de los muertos.
   Se han borrado hasta la inexistencia, sin embargo, otros cadáveres no menos fundamentales: los indios y los negros que se tragó la guerra del Paraguay son un caso, tal vez no el más desafortunado de todos modos, porque como zombis que responden al llamado de cerebros frescos donde hincar el diente, puede que estén volviendo. ¡ojalá!